Tres actitudes que NO generalizarán un diseño sostenible
Creo que a día de hoy nadie discutiría la importancia de que los productos sean sostenibles… el problema radica en que los actores clave no asumen que sea suya la responsabilidad.
En este artículo voy a presentar tres actitudes que observo, y me gustaría contar con las opiniones de los lectores para hacer un análisis más profundo.
El consumidor responsable
Se preocupa de escoger la opción que le presentan como más ecológica, si la hay. Participa en campañas de ciberactuación y de vez en cuando pasa vídeos como éste para llamar al boicot de empresas malas. Cree firmemente que si todo el mundo fuese como él las empresas “se portarían como Dios manda”.
No puede delegarse una parte importante de la responsabilidad del cambio del modelo productivo en el consumidor por las siguientes razones:
- Se le engaña fácilmente mediante greenwashing, y a menudo escogerá opciones peores al no tener los conocimientos específicos para juzgar la sostenibilidad de un producto complejo.
- Por definición, nunca será más que una pequeña parte de la población. Incluso muchos “consumidores responsables” se limitan a un área (ej. comida) porque hacer un análisis importante de todo lo que compramos simplemente requiere demasiado tiempo y energía.
- Su capacidad para influir en el mercado es limitado.
El profesional responsable
Es el tipo de empresa que le gusta a los consumidores responsables noveles. Invierte en RSC, tiene algunos productos menos dañinos, usa una parte de energías renovables y le mola la eficiencia. Incluso recicla el papel de sus oficinas. Al fin y al cabo, todo esto son buenas prácticas empresariales.
Parecen obviar por completo que la escala y naturaleza de sus productos amenazan bosques primarios, llevan especies a la extinción y algunos proveedores usan mano de obra prácticamente esclava.
El que vendió su alma al mercado
Como trabajador cree que el principal objetivo en la vida es ganar dinero por el medio que sea… o al menos durante el turno laboral. Piensa que si no hacen el producto que el mercado demanda, otro lo hará. Y que la responsabilidad del tipo de productos que salen al mercado radica únicamente con la demanda y cumplir la normativa.
Este tipo de actitud debería considerarse extrema, pero lo cierto es que es muy común. Se ha creado una cultura dónde en los negocios casi cualquier cosa vale. Personas que en su día a día actúan con consideración hacia el próximo en el trabajo toman decisiones que equivalen vandalismo con la naturaleza y poner en riesgo la vida de muchas personas.
La responsabilidad del diseño sostenible no radica con el consumidor, sino con los profesionales que hacen el producto posible.
En particular, el que diseña la estrategia empresarial y el diseñador del producto deben liderar el proceso de idear una manera de cumplir con las funciones especificadas de forma benigna con el entorno.
Valorar el impacto de un producto sobre el entorno es un trabajo que nadie puede hacer mejor que los profesionales que delimitan su diseño, y a veces son los únicos.
¿Te identificas con alguno de los tres? ¿Qué otras actitudes observas?
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